domingo, 17 de enero de 2010

NARRATIVA: KUCOK –C. Arturo Trinelli


Tener un Kucok nunca fue sencillo. Se necesita un lugar amplio y ventilado para construir un jaulón. Es importante que en la casa no haya niños. Los Kucoks aman ingerir niños. Con los adultos son más sumisos. El padre de mi padre aseguraba que tiempo atrás los Kucoks hablaban, curiosidad que no los hacia menos peligrosos. En la actualidad están extinguidos y sólo el Estado los cría en cautiverio.
La renta que se paga por tener uno permite vivir bien y de ahí, que la adjudicación de un ejemplar, sea una aspiración no siempre lograda.
La madre del padre de mi padre fue violada por un Kucok. En esa época andaban sueltos, eran omnívoros y las personas los alimentaban con comida industrial. Algunos se animaban a usarlos de mascotas guardianas. Es que los Kucoks aprenden rápido, Hoy se sabe que tienen el cerebro idéntico en peso y volumen al de los humanos. Pero perdieron el habla. Hacen señas y unos sonidos. Saludan, se quejan, se ríen; no lloran y traicioneros, no conocen la piedad. Según la tía de la madre de mi padre, la culpa la tiene el Estado. A ella le contaron que los Kucoks se usaban para devorar delincuentes. En una era en que los humanos delinquían, existía la figura del presidio. Los honestos se oponían a mantener a miles de personas privadas de la libertad con los impuestos. Entonces, mezclaron Kucoks hambrientos con los presos. No quedó ninguno. Ningún preso, se los comieron . Cuando bajó el delito, aumento el hambre de los Kucoks. Se sugirió ahorrar en gastos médicos y los enfermos terminales fueron devorados. No fue suficiente y por ley cambiaron los ritos funerarios. Se logró edificar en los predios de los cementerios y se ahorraron impuestos.
Algunos conservaban sus muertos pero eran descubiertos por el olor y denunciados por los vecinos y vivos y muertos terminaban en la panza de los Kucoks.
Conseguí mi Kucok, es una hembrita. Se deja acariciar. Tiene la piel gamuzada, los pechos firmes y suaves. Cuando se distrae la miro, los párpados caídos, los colmillos sobresalientes y la lengua roja y gruesa descansando sobre el labio inferior. Cuando me mira, bajo la mirada. Olisquea el aire cuando desde el ayuntamiento me traen
un cadáver. Una propina y me lo dejan trozado. Se lo doy en dos veces. Ella luego saca los huesos de la jaula y yo los embolso y los vendo para harina. Otra renta de los Kucoks.
Cuando está en celo, se apoya de espaldas contra los barrotes para que la acaricie. Un día nos excitamos. Está embarazada. Tal vez cambie la historia. ■
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2 comentarios:

  1. HC(bautismo por su nombre que significa solamente en los pagos de por acá, "buena persona". )
    Sorprendida pues ya no sé si de una foto hacés una historia con el acelerador a fondo o agregas una foto para suavizar el cuento.
    M sorprende tu genialidad para relatar cualquier situación con tanta claridad y naturlidad dejando abiertas pposibles fantasias reales.
    NO tiembla la mano Arturo HC, la genialidad obedece. Un abrazo. Mercedes Sáenz

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  2. Tener un compañero llamado Trinelli , no es sencillo , se necesita un lugar amplio y abierto, como Artesanías, para que levanten nuestros huesos cuando nos desestructuramos por tus relatos.Pierdo el alma y solo emito señas y sonidos !!!Auxilio!!!!¿Seré una Kucock????Un abrazo. amelia

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