martes, 14 de diciembre de 2010



Angelus 

Quién pudiera aprender los largos versos 
que saben las oscuras golondrinas; 
ellas retornan al oír el canto 
de lo que fue un lejano Ave María. 
Quién dijera de pronto al recordarme: 
delante de una lámpara encendida 
dejaba en cada línea de papel 
los versos que las páginas perdían. 
Solía al ver crecidas su melena, 
su lágrima y su uña andar sombría. 
Y le han crecido por andarse triste 
en vez de cualquier cosa, margaritas. 
Y que se diga un dulce cuento al niño: 
bajó la muerte a ella cierto día 
en que la lluvia se volvió una gota 
sobre la rosa que perdió la vida. 

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