jueves, 24 de mayo de 2012

Cristina Villanueva



Cristina Villanueva
 

LA MUÑECA HÚNGARA Y LA ESFINGE


Conocí a la Esfinge en persona. Desafiando  al tiempo, soberbia, magnífica, casi invulnerable. Distraída ante la inmensidad de esa mujer oráculo, no escuché los detalles que daba la guía acerca de cómo se había convertido en una disminuida nasal En el Museo Británico encontré la explicación junto con  la nariz perdida de la esfinge.

Budapest, el río  separa en dos la ciudad. Hay una explosión de arte en muñecas, colores y bordados, como una sangre viva que narra. Erguida a través del tiempo, una belleza que no se parece a la piedra, más bien una pregunta de belleza. Compré una muñeca y la usé como un oráculo privado. Atravesaron ella y la pregunta un largo viaje en tren, bajando en muchísimas estaciones, la muñeca, apuesta o desafío, no se quedaba en los lockers, venía con nosotros tan necesaria como el cepillo de dientes, tan mía, tan secreta.
Muñeca húngara viva  con puntillas y polleras que orillan lo  impreciso,   pude preguntarle lo que no me animé a la Esfinge.Porque para interrogarlo el otro tiene que quedarnos a mano en una calidez de pueblo bordador. Me puse a acariciarle la zona inaccesible de símbolo, como un horóscopo suave me respondió que se puede sostener la belleza aunque no sea simple. Después  dialogó con otros objetos hijos de artesanos, de viajes y de un ojo distraído que tiene a veces un sobresalto de luz para encontrarse con muñecas, títeres, máscaras, barcos, nacidos de  las manos de los pueblos a los que les sobra color y les falta sobre todo la grandeza inmutable de la Esfinge.

Cristina Villanueva

2 comentarios:

  1. Los grandes colosos sobrecogen. Los admiramos intimidados por tantas preguntas que habrán recibido a través de los siglos, y hasta creemos ver las huellas de sus constructores posiblemente ignorantes del testimonio que dejaban para el futuro. Reflexionamos en una cultura que ya se fue y nos agrada acercarnos un poco para vivenciar , aunque sea un poco lo aprendido...pero la muñeca de colores locales, de adornos y puntillas populares está viva, como decís, yo también le confiaría a ellas mis secretos.
    Cristina Pailos

    ResponderEliminar
  2. ¡Ay Cris, el texto ronda mi mente desde hace varios días! Tu mundo interior se expresa con claves que a veces no logro descifrar,y esta vez, otra Cristina , me ha orientado en su interpretación.
    La grandiosidad está en el sudor de quienes levantaron estos testimonios de culturas pasadas, pero también , en lo pequeño, en lo sencillo,como en las muñecas, a quienes las podemos mirara a los ojos.
    Una prosa poética colorida y llena de significados.
    Felicitaciones, Cris.
    MARITA RAGOZZA

    ResponderEliminar